viernes, 26 de septiembre de 2008

La humanidad...



No pregunten cómo, pero encontré un artículo de diario viejísimo en mi casa. El recorte cuyo título era "Los últimos peldaños" ya estaba ajado y amarillento. Lo leí y me pareció espectacular. Faltaban 1000 días para el año 2000 y quien lo escribió (J.Marguch) describió a la humanidad y su historia (desde las más grandes virtudes hasta lo más bajo de su condición, sus certezas y esperanzas) en dos hojas . enísimo... Tomensé 5 minutos de su existencia y peguenlé una leída



Los últimos peldaños


Si en el tránsito de uno a otro año el hombre realiza un balance de lo obrado en los 12 meses que quedaron atrás y reenciende su esperanza para iluminar los 12 meses siguientes, ¿qué no hará en el pasaje de un siglo a otro? ¿Y qué no en la transición de uno a otro milenio? Se dice muy fácilmente mil años... ¡Pero qué abrumador inventario de glorias y dramas individuales y colectivos encierran! Cuántos imperios transformados en polvo y cenizas, cuántos otros surgen bajo nuevas formas para tomar el relevo. Cuántos sueños que pasan de una a otra generación, cuántos sueños quebrados, cuánto retorno cíclico de seres y acciones que en su momento aparecen como únicos en la aventura humana y no son otra cosa que corsi e recorsi, como intuyó genialmente Giambattista Vico.En mil años se dieron pasos de gigante en todas las áreas del conocimiento humano, al tiempo que se mantenían como un legado que retornaban, también cíclicamente, escalas de valores, ora basadas sobre fundamentos religiosos ora establecidas sobre principios laicos, pero participando siempre de una herencia recibida cuatro mil años antes, en notable sincronía, tanto en el Levante como en el Lejano Oriente. Esa historia puede definirse de infinitas maneras y ser reivindicada como una irrenunciable forja de la libertad. Y también como una ardua, dolorosa e infinita construcción de una sociedad ética (en la cual la libertad sea, por cierto, la medida de todas las cosas).En esa marcha por las arenas del tiempo, el hombre, ser contradictorio si los hay, destruyó en nombre de la paz, aniquiló en nombre de dioses benevolentes, extravió su destino en el altar de destinos manifiestos, mató y murió en nombre de improbables sentidos de la historia. Erigió y derrumbó imperios, entronizó y aniquiló dinastías, veneró y excecró héroes. Fundó y persiguió y destruyó iglesias e ideologías; mató y murió en nombre de indemostrables superioridades de sus dioses y de sus razas; escarneció con matanzas y enalteció con martirios la dignidad del ser humano. Devastó milenarias culturas y aplicó lo mejor de sus capacidades y recursos para salvar valiosos testimonios del pasado. Protagonizó proezas de inaudito coraje para conocer en su integridad el planeta e hirió a veces de muerte sus ecosistemas. Exterminó infinidad de especies pero es capaz de arriesgar su vida por un animal en peligro. Urbanizó a la comunidad humana y transformó a las ciudades en infiernos terrenales. Construyó la aldea global y dejó al hombre inerme ante poderes económicos globalizados y la alienación y la estulticia diseminadas por medios de comunicación igualmente globalizados. A la relación verídica y ordenada de sus grandezas y miserias llama historia (que a veces escribe con mayúscula), y pone a su servicio al tiempo, al que divide en años, lustros, décadas, siglos, milenios... Y en cada una de esas divisiones se detiene un instante para la enumeración de sus sueños realizados y el inventario de sus sueños quebrados.El hada de la democraciaEste final de milenio parece consagrar el triunfo planetario del ideario democrático, nacido en el 508 antes de Cristo en Atenas, pero simultáneamente un doble embate de crisis de representación y crisis de participación demuestra que el sistema descripto en el discurso que Tucídides puso en boca de Pericles, un siglo después (la primera exposición clara y metódica del ideario democrático), sigue siendo un objetivo virtualmente inalcanzable para la inmensa mayoría, silenciosa o no, que puebla este guijarro de cielo. Concluidas en quiebra las experiencias de las democracias populares y del socialismo real, un hada parece recorrer el mundo: el hada de la democracia. Pero en su nombre se perpetran aún clamorosas usurpaciones de la voluntad popular. Nunca se ha votado tanto como en este tiempo, nunca los pueblos han decidido menos. De cualquier manera, la inviabilidad de los autoritarismos y la tragedia de los totalitarismos parecen haber convencido acerca de la excelencia de la sociedad abierta, y esta toma de conciencia puede ser considerada como la mejor ofrenda que este milenio que se va hace al milenio que llegará dentro de un millar de días.



El espacio interior
Este final de milenio encuentra al hombre en los umbrales de una aventura espacial que ni la portentosa imaginación de Verne y Wells podrían avizorar. Pero le falta acometer la más profunda y creativa de sus investigaciones: la de su espacio interior, pues su crónica tendencia al monismo le cierra rápidamente cualquier camino que haya abierto. Encuentra una llave y quiere abrir con ella todas las cerraduras de los arcanos de su existencia.En este milenio, el hombre quizá haya aprendido a pensar más sistemáticamente, pero no por eso piensa mejor. Inexorablemente, trasforma cada evolución en pulsiones hegemónicas. Las líneas maestras trazadas por Buda, Moisés, Cristo, Mahoma han sido torcidas, más tarde o más temprano, hacia horrendos extravíos. El hombre sigue siendo tan dogmático, sectario e intolerante como hace cuatro mil años, cuando comenzó a escribir su historia. No por azar este milenio se cierra con la barbarie de la limpieza étnica perpetrada por los serbios en Bosnia, la aniquilación de hutus y tutsis y el redescubrimiento del islamismo como "el gran enemigo de Occidente". El hombre siempre está con un pie en el estribo, listo para cabalgar hacia una nueva cruzada contra el enemigo que piensa y cree distinto. Siempre habrá infieles que descabezar, templos por quemar, culturas por destruir, ideologías por aniquilar. No ha descubierto aún quién es, pero percibe con pasmosa nitidez quién y cómo es el otro, y fatalmente le ve como una amenaza para sí mismo. Los portentosos avances científicos y técnicos con que se cierra este milenio reencienden, tal como acontece en los finales de año o de siglo, las esperanzas de una sociedad mejor. Las viejas utopías del Renacimiento (aquellas de Bacon, Moro, Campanella) son reactualizadas en los sueños de cada generación, pero la sociedad perfecta queda siempre, desdichadamente, un paso más adelante de cada despertar. En este último siglo, los ensayos de construcción de sociedades éticas tuvieron resultados pavorosos: la barbarie de la Alemania nazi y de la Rusia bolchevique no fue imaginada, ciertamente, ni por Hegel ni por Marx.

Certezas y esperanzas
Es que al ser humano podrán efectuársele todas las preguntas que se quiera acerca del progreso en el próximo milenio, y siempre dará respuestas afirmativas. ¿Se viajará en el próximo milenario a los planetas más remotos y a las galaxias más cercanas? Sí. ¿Vencerá a los males del cuerpo, esos que hoy parecen incurables, como el cáncer, el sida, el mal de Alzheimer, la esclerosis múltiple, la arteriosclerosis? Sí. ¿Finalizarán las cruentas terapias invasivas del cuerpo? Sí. ¿Permitirá la ingeniería genética combatir más eficazmente el hambre, mediante la producción clónica de carnes y el mejoramiento de cultivares resistentes a plagas, enfermedades y condiciones ambientales adversas? Sí. ¿Recuperará algunos ecosistemas del planeta devastados por su irresponsabilidad? Sí. (Al fin de cuentas, esta centuria que cierra el segundo milenio es la que descubrió como padre de la ecología a San Francisco de Asís, quien en el siglo 13 legó a la humanidad su secularmente olvidado Cantico di frate sole e delle creature, que enseñaba a cantar la hermosa hermandad del hombre con esa naturaleza que depreda aún sin sosiego). ¿Controlará el clima? Sí. ¿Dominará la furia de las aguas? Sí. ¿Neutralizará los efectos destructivos de la energía cósmica de los terremotos? Sí... Pero cuando se le pregunta si habrá una más justa distribución de la riqueza, si cesará la persecución del otro que reza a un dios diferente y ama distinto, abraza su vida a otra ideología, tiene otra coloración de la piel, profesa otro sentido de la vida, o lucha por otra escala de valores que la suya, entonces la respuesta positiva no nace de su certidumbre sino de su esperanza.




1000 dias para el 2000

1 comentario:

Olivia Fuller dijo...

Thanks for checking out my blog :). Well, I call it "life inside the olive jar", because my nickname is Olive, since my name's Olivia, and I just thought, "Life inside the olive jar", would be a catchy way to describe my life, hahah. A bit random, yes. The WW2 story sounds interesting though. And I am horrible at spanish, so I couldn't really read your blog :(, but the picture is neat!