domingo, 1 de noviembre de 2009

"Los amos del mundo"



Este es un artìculo genial de Arturo Pérez Reverte (periodista y escritor español de gran trayectoria). Escribe sobre quienes trabajan en la bolsa de valores. Una crítica tremenda a estas personas que, a decir del autor en una lúcida y sombría frase son "especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena". Escrita hace once años, en pleno 2009, después de la crisis financiera mundial, cobra vigencia. Se los recomiendo (como todos los articulos del autor). Da bronca pero igual espero que lo "disfruten"...

USTED no lo sabe, pero depende de ellos. Usted no los conoce ni se los cruzará en su vida, pero esos hijos de la gran puta tienen en las manos, en la agenda electrónica, en la tecla intro del computador, su futuro y el de sus hijos.

Usted no sabe qué cara tienen, pero son ellos quienes lo van a mandar al paro en nombre de un tres punto siete, o un índice de probabilidad del cero coma cero cuatro.

Usted no tiene nada que ver con esos fulanos porque es empleado de una ferretería o cajera de Pryca, y ellos estudiaron en Harvard e hicieron un máster en Tokio, o al revés, van por las mañanas a la Bolsa de Madrid o a la de Wall Street, y dicen en inglés cosas como long-term capital management, y hablan de fondos de alto riesgo, de acuerdos multilaterales de inversión y de neoliberalismo económico salvaje, como quien comenta el partido del domingo.

Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden.

No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tienen que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la Tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro.
Esto no puede fallar, dicen. Aquí nadie va a perder. El riesgo es mínimo. Los avalan premios Nóbel de Economía, periodistas financieros de prestigio, grupos internacionales con siglas de reconocida solvencia.

Y entonces el presidente del banco transeuropeo tal, y el presidente de la unión de bancos helvéticos, y el capitoste del banco latinoamericano, y el consorcio euroasiático, y la madre que los parió a todos, se embarcan con alegría en la aventura, meten viruta por un tubo, y luego se sientan a esperar ese pelotazo que los va a forrar aún más a todos ellos y a sus representados.


Y en cuanto sale bien la primera operación ya están arriesgando más en la segunda, que el chollo es el chollo, e intereses de un tropecientos por ciento no se encuentran todos los días. Y aunque ese espejismo especulador nada tiene que ver con la economía real, con la vida de cada día de la gente en la calle, todo es euforia, y palmaditas en la espalda, y hasta entidades bancarias oficiales comprometen sus reservas de divisas. Y esto, señores, es Jauja.

Y de pronto resulta que no. De pronto resulta que el invento tenía sus fallos, y que lo de alto riesgo no era una frase sino exactamente eso: alto riesgo de verdad.

Y entonces todo el tinglado se va a tomar por el saco. Y esos fondos especiales, peligrosos, que cada vez tienen más peso en la economía mundial, muestran su lado negro. Y entonces, ¡oh, prodigio!, mientras que los beneficios eran para los tiburones que controlaban el cotarro y para los que especulaban con dinero de otros, resulta que las pérdidas, no.

Las pérdidas, el mordisco financiero, el pago de los errores de esos pijolandios que juegan con la economía internacional como si jugaran al Monopoly, recaen directamente sobre las espaldas de todos nosotros.

Entonces resulta que mientras el beneficio era privado, los errores son colectivos, y las pérdidas hay que socializarlas, acudiendo con medidas de emergencia y con fondos de salvación para evitar efectos dominó y chichis de la Bernarda. Y esa solidaridad, imprescindible para salvar la estabilidad mundial, la paga con su pellejo, con sus ahorros, y a veces con su puesto de trabajo, Mariano Pérez Sánchez, de profesión empleado de comercio, y los millones de infelices Marianos que a lo largo y ancho del mundo se levantan cada día a las seis de la mañana para ganarse la vida.

Eso es lo que viene, me temo. Nadie perdonará un duro de la deuda externa de países pobres, pero nunca faltarán fondos para tapar agujeros de especuladores y canallas que juegan a la ruleta rusa en cabeza ajena.

Así que podemos ir amarrándonos los machos. Ése es el panorama que los amos de la economía mundial nos deparan, con el cuento de tanto neoliberalismo económico y tanta mierda, de tanta especulación y de tanta poca vergüenza.

sábado, 4 de abril de 2009

MAS FOTOS!!!



"VIVA!!!!"

Edificios de mi ciudad

Esta imagen me la mostró mi amigo Tomi Scoles. Es un edificio visto desde abajo que parece un cementerio...
Quién dijo que los cortes de luz son feos?
Adornos de casa

mi primita! Gracias Cande (Alias "Tero Acalambrado")
Con uds., mi arco. Arma letal...
El autor (yo)

















domingo, 25 de enero de 2009

domingo, 23 de noviembre de 2008

POR QUIEN DOBLAN LAS CAMPANAS

Me Gustó mucho esto que leí hace unos días:

"Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra.; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye porque estoy ligado a la humanidad; por consiguiente nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti. "

John Donne (1624)
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lunes, 17 de noviembre de 2008

THOMAS ABERCROMBIE

Mucha gente sueña con viajar alrededor del globo, degustar sabores exóticos, respirar olores ignotos, caminar senderos desconocidos, escuchar y aprender lenguas extranjeras y conocer gente radicalmente distinta. Thomas Abercrombie pudo hacerlo y sacó el máximo provecho de esa situación, que sólo le toca a pocos afortunados. Aquí va su fantástica historia de vida.

Abercrombie perteneció a esa estirpe de hombres que son capaces de instalar sus sueños en la realidad del mundo. Paradigma del fotógrafo/aventurero que se amolda a las situaciones más diversas como adversas. Nació en Minnesotta, Estados Unidos hace unos 68 años. Su primer acercamiento al mundo de la fotografía sucedió cuando tenía 15 años. Un festival de leñadores se celebraba en su pueblo y su hermano mayor, recién llegado de los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial decidió ir a sacar unas fotos, acompañado por el, con una cámara Leica que había comprado cuando había estado en Italia. Aquella fue la ocasión en que Abercrombie iniciaría su comunión sagrada con la cámara. A la vuelta, Tom, de un gran ingenio para la construcción de artilugios, pidió la cámara a su hermano, realizó una copia, bastante tosca pero funcional y sacó su primera foto. En esa foto aparecía una linda mujer, llamada Lynn, que se convertiría en su futura esposa...

Un breve paso por el servicio militar fue el prólogo de su vida adulta. Cuando tuvo que dejarlo por razones de salud (Todo hay que decirlo, le salieron potentes hongos en los pies). De ahí en mas, comenzó a trabajar para diaros locales. Allí realizó tomas que le valieron numerosos premios que hicieron las veces de interesante curriculum, lo que le permitió su ingreso a la National Geographic Magazine. Corría el año 1956.

Al año siguiente llegó su primer desafío como fotógrafo/redactor da la revista: Ganó un concurso para periodistas cuyo premio era un viaje a las gélidas tierras del Polo Sur. Cuando llegó a ese infierno helado, el termómetro marcaba la temperatura más baja registrada hasta ese entonces: -75ºC. Es recordada la fotografía que hicieron de él allí, retratándole: un gesto que demuestra todo el frío que una persona puede soportar con barba, pelo, cejas (y hasta pestañas!) escarchadas. Desde esa experiencia y por los siguientes 38 años, este genial fotógrafo viajaría a los confines mas alejados del planeta: Japón, Camboya, Tibet, Venezuela, España y Australia, Brasil, Alaska, Irán (Sobre este país, contaría años después, en un entrevista, su dramática experiencia durante los días posteriores a un terremoto que asoló la ciudad donde se encontraba. "¿Sabe como es el olor de 10.000 cuerpos descomponiéndose?" preguntó a la periodista, y ante su silencio culminó: "Bueno, yo sí... y es un recuerdo difícil de borrar"). También, atravesando el desierto del Sahara, formó parte de una caravana ("Caravana: grupo de personas que se reúne para hacer con seguridad una peregrinación o un viaje comercial". Valga la aclaración, así no se confunde con "Caravanón") que transportaba mas de 400 camellos. En los desiertos de arena candente de Arabia también le sucedió una anécdota curiosa: viajaba junto con su esposa Lynn; un sheik local, pensando que esa morocha debía de ser la hija del forastero, clamó por ella para tomarla como su cuarta esposa y ofreció para comprarla la suma de 30...camellos (!). Tom, regateando, pidió 50 camellos (un gasto que sabía que el sheik no podía afrontar) y el matrimonio continuó su viaje. "Realmente amo y necesito a Lynn" explicaría Tom mas tarde, "Además... ¿qué podría hacer yo con 50 camellos?"

Diría de el James Stanfield, su colega y amigo: "Era un tipo que escuchaba a la gente, podía pasarse horas hablando con un desconocido sobre cualquier tema. Tenía una gran inteligencia y una infinita curiosidad. Le dedicaba tiempo a la gente y le retribuían con confianza. Incluso si no hablaba en su mismo idioma, siempre hallaba la forma de conectarse".
Prolífico escritor, redactó para la revista 43 artículos (algunos de ellos de los más ambiciosos de la historia) de los cuales 16 abordaron el tema del mundo musulmán. De hecho, sentiría un gran apego por esta cultura desde su primer viaje a Medio Oriente. Incluso llegó a convertirse al islamismo: realizó la Hajj, el camino a la Meca que un varón musulmán debe realizar por lo menos una vez en la vida, y adoptó un nombre árabe por el que sería nombrado en esas tierras: Omar. Aprendió a hablar y escribir en árabe (como también aprendió español, alemán y francés).

1994 fue el año de su retiro, ya no viajaría mas para escribir artículos. Igualmente, no se podía dejar a un hombre tan valioso y se convirtió en importante asesor para la revista. La Universidad George Wahington le otorgó la cátedra de Geografía, convirtiéndose en uno de los profesores más interesantes y populares del lugar. Las aulas siempre estaban repletas de alumnos ávidos por escuchar las historias de sus aventuras.
En 2005, la llama de su existencia se extinguió, pero lo que perpetuará su recuerdo es su legado fotográfico y como persona, tratando de estrechar vínculos, unir a las personas de culturas diversas demostrando que, aunque diferentes en las formas, somos todos iguales en la esencia, vivamos en Ruanda, Líbano o Argentina.
Mucha gente sueña con las aventuras exóticas de National Geographic. Thomas J. Abercrombie vivió ese sueño.

Si quieren ver mas fotos de este tipo, que además están explicadas con audio visiten http://ngm.nationalgeographic.com/2006/08/tom-abercrombie/slideshow-interactive

Hay además una película/documental sobre su vida que se llama "The White tiger"http://www.progressiveimg.com/ta.html (en inglés)
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sábado, 18 de octubre de 2008

Rostros del mundo

Me compré un libro de fotografía TREMENDO. Se llama "Rostros del mundo" y es una recopilación de fotos de personas en cualquier punto del planeta durante la última centuria. Hay desde modelos de refinada belleza pasando por niños jugando en las plazas o viviendo en campos de refugiados, hasta los mas toscos guerreros tribales africanos. Es un vistazo fugaz de la gran diversidad de culturas que conviven en el Globo y que ,lamentablemente, están siendo absorbidas en el proceso de Globalización de la cultura. Acá dejo algunas fotos del libro que pude conseguir ( voy a seguir buscando más)





viernes, 26 de septiembre de 2008

La humanidad...



No pregunten cómo, pero encontré un artículo de diario viejísimo en mi casa. El recorte cuyo título era "Los últimos peldaños" ya estaba ajado y amarillento. Lo leí y me pareció espectacular. Faltaban 1000 días para el año 2000 y quien lo escribió (J.Marguch) describió a la humanidad y su historia (desde las más grandes virtudes hasta lo más bajo de su condición, sus certezas y esperanzas) en dos hojas . enísimo... Tomensé 5 minutos de su existencia y peguenlé una leída



Los últimos peldaños


Si en el tránsito de uno a otro año el hombre realiza un balance de lo obrado en los 12 meses que quedaron atrás y reenciende su esperanza para iluminar los 12 meses siguientes, ¿qué no hará en el pasaje de un siglo a otro? ¿Y qué no en la transición de uno a otro milenio? Se dice muy fácilmente mil años... ¡Pero qué abrumador inventario de glorias y dramas individuales y colectivos encierran! Cuántos imperios transformados en polvo y cenizas, cuántos otros surgen bajo nuevas formas para tomar el relevo. Cuántos sueños que pasan de una a otra generación, cuántos sueños quebrados, cuánto retorno cíclico de seres y acciones que en su momento aparecen como únicos en la aventura humana y no son otra cosa que corsi e recorsi, como intuyó genialmente Giambattista Vico.En mil años se dieron pasos de gigante en todas las áreas del conocimiento humano, al tiempo que se mantenían como un legado que retornaban, también cíclicamente, escalas de valores, ora basadas sobre fundamentos religiosos ora establecidas sobre principios laicos, pero participando siempre de una herencia recibida cuatro mil años antes, en notable sincronía, tanto en el Levante como en el Lejano Oriente. Esa historia puede definirse de infinitas maneras y ser reivindicada como una irrenunciable forja de la libertad. Y también como una ardua, dolorosa e infinita construcción de una sociedad ética (en la cual la libertad sea, por cierto, la medida de todas las cosas).En esa marcha por las arenas del tiempo, el hombre, ser contradictorio si los hay, destruyó en nombre de la paz, aniquiló en nombre de dioses benevolentes, extravió su destino en el altar de destinos manifiestos, mató y murió en nombre de improbables sentidos de la historia. Erigió y derrumbó imperios, entronizó y aniquiló dinastías, veneró y excecró héroes. Fundó y persiguió y destruyó iglesias e ideologías; mató y murió en nombre de indemostrables superioridades de sus dioses y de sus razas; escarneció con matanzas y enalteció con martirios la dignidad del ser humano. Devastó milenarias culturas y aplicó lo mejor de sus capacidades y recursos para salvar valiosos testimonios del pasado. Protagonizó proezas de inaudito coraje para conocer en su integridad el planeta e hirió a veces de muerte sus ecosistemas. Exterminó infinidad de especies pero es capaz de arriesgar su vida por un animal en peligro. Urbanizó a la comunidad humana y transformó a las ciudades en infiernos terrenales. Construyó la aldea global y dejó al hombre inerme ante poderes económicos globalizados y la alienación y la estulticia diseminadas por medios de comunicación igualmente globalizados. A la relación verídica y ordenada de sus grandezas y miserias llama historia (que a veces escribe con mayúscula), y pone a su servicio al tiempo, al que divide en años, lustros, décadas, siglos, milenios... Y en cada una de esas divisiones se detiene un instante para la enumeración de sus sueños realizados y el inventario de sus sueños quebrados.El hada de la democraciaEste final de milenio parece consagrar el triunfo planetario del ideario democrático, nacido en el 508 antes de Cristo en Atenas, pero simultáneamente un doble embate de crisis de representación y crisis de participación demuestra que el sistema descripto en el discurso que Tucídides puso en boca de Pericles, un siglo después (la primera exposición clara y metódica del ideario democrático), sigue siendo un objetivo virtualmente inalcanzable para la inmensa mayoría, silenciosa o no, que puebla este guijarro de cielo. Concluidas en quiebra las experiencias de las democracias populares y del socialismo real, un hada parece recorrer el mundo: el hada de la democracia. Pero en su nombre se perpetran aún clamorosas usurpaciones de la voluntad popular. Nunca se ha votado tanto como en este tiempo, nunca los pueblos han decidido menos. De cualquier manera, la inviabilidad de los autoritarismos y la tragedia de los totalitarismos parecen haber convencido acerca de la excelencia de la sociedad abierta, y esta toma de conciencia puede ser considerada como la mejor ofrenda que este milenio que se va hace al milenio que llegará dentro de un millar de días.



El espacio interior
Este final de milenio encuentra al hombre en los umbrales de una aventura espacial que ni la portentosa imaginación de Verne y Wells podrían avizorar. Pero le falta acometer la más profunda y creativa de sus investigaciones: la de su espacio interior, pues su crónica tendencia al monismo le cierra rápidamente cualquier camino que haya abierto. Encuentra una llave y quiere abrir con ella todas las cerraduras de los arcanos de su existencia.En este milenio, el hombre quizá haya aprendido a pensar más sistemáticamente, pero no por eso piensa mejor. Inexorablemente, trasforma cada evolución en pulsiones hegemónicas. Las líneas maestras trazadas por Buda, Moisés, Cristo, Mahoma han sido torcidas, más tarde o más temprano, hacia horrendos extravíos. El hombre sigue siendo tan dogmático, sectario e intolerante como hace cuatro mil años, cuando comenzó a escribir su historia. No por azar este milenio se cierra con la barbarie de la limpieza étnica perpetrada por los serbios en Bosnia, la aniquilación de hutus y tutsis y el redescubrimiento del islamismo como "el gran enemigo de Occidente". El hombre siempre está con un pie en el estribo, listo para cabalgar hacia una nueva cruzada contra el enemigo que piensa y cree distinto. Siempre habrá infieles que descabezar, templos por quemar, culturas por destruir, ideologías por aniquilar. No ha descubierto aún quién es, pero percibe con pasmosa nitidez quién y cómo es el otro, y fatalmente le ve como una amenaza para sí mismo. Los portentosos avances científicos y técnicos con que se cierra este milenio reencienden, tal como acontece en los finales de año o de siglo, las esperanzas de una sociedad mejor. Las viejas utopías del Renacimiento (aquellas de Bacon, Moro, Campanella) son reactualizadas en los sueños de cada generación, pero la sociedad perfecta queda siempre, desdichadamente, un paso más adelante de cada despertar. En este último siglo, los ensayos de construcción de sociedades éticas tuvieron resultados pavorosos: la barbarie de la Alemania nazi y de la Rusia bolchevique no fue imaginada, ciertamente, ni por Hegel ni por Marx.

Certezas y esperanzas
Es que al ser humano podrán efectuársele todas las preguntas que se quiera acerca del progreso en el próximo milenio, y siempre dará respuestas afirmativas. ¿Se viajará en el próximo milenario a los planetas más remotos y a las galaxias más cercanas? Sí. ¿Vencerá a los males del cuerpo, esos que hoy parecen incurables, como el cáncer, el sida, el mal de Alzheimer, la esclerosis múltiple, la arteriosclerosis? Sí. ¿Finalizarán las cruentas terapias invasivas del cuerpo? Sí. ¿Permitirá la ingeniería genética combatir más eficazmente el hambre, mediante la producción clónica de carnes y el mejoramiento de cultivares resistentes a plagas, enfermedades y condiciones ambientales adversas? Sí. ¿Recuperará algunos ecosistemas del planeta devastados por su irresponsabilidad? Sí. (Al fin de cuentas, esta centuria que cierra el segundo milenio es la que descubrió como padre de la ecología a San Francisco de Asís, quien en el siglo 13 legó a la humanidad su secularmente olvidado Cantico di frate sole e delle creature, que enseñaba a cantar la hermosa hermandad del hombre con esa naturaleza que depreda aún sin sosiego). ¿Controlará el clima? Sí. ¿Dominará la furia de las aguas? Sí. ¿Neutralizará los efectos destructivos de la energía cósmica de los terremotos? Sí... Pero cuando se le pregunta si habrá una más justa distribución de la riqueza, si cesará la persecución del otro que reza a un dios diferente y ama distinto, abraza su vida a otra ideología, tiene otra coloración de la piel, profesa otro sentido de la vida, o lucha por otra escala de valores que la suya, entonces la respuesta positiva no nace de su certidumbre sino de su esperanza.




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